La proliferación del chemsex en Madrid está a la orden del día. Ya sea por nuevos usuarios o personas en vías de rehabilitación que han sufrido recaídas, encuentro que la demanda de atención sanitaria —ya sea apoyo psicológico, sexológico, psiquiátrico o médico— es cada vez mayor. Aunque considero que esto es una señal positiva, en los años que llevo trabajando con este colectivo, percibo que todavía existe una falta de recursos esenciales para satisfacer las necesidades demandadas. Las iniciativas, tanto de la salud pública como de ONGs, parten de buenas intenciones, pero siento que, pasados ya tantos años en los que conocemos cada vez más detalles sobre el perfil del consumidor de chemsex, nos hemos quedado un poco dormidos.
El chemsex mata
Considero que, desde el punto de vista de la salud sexual del grupo HSH (hombres que tienen sexo con hombres), hay pocas prácticas que pongan tanto en riesgo la vida como el chemsex. Deberíamos tener clarísimo que esta práctica es una de ellas. Aunque ha habido un esfuerzo, la pasividad que reina y la falta de iniciativa pueden ser errores fatales.
Cuando he intentado trabajar en un plan de prevención —de los que básicamente no existe ninguno en Madrid— e implementarlo en grupos de adolescentes, previendo que la edad promedio de inicio en el chemsex es cada vez menor, me encuentro con voces tímidas que prefieren no incomodar a las asociaciones educativas o a los padres de familia.
El chemsex está tan presente en el grupo de HSH que ya no se trata de pensar “en caso entren en contacto con esta práctica”. Tenemos que aterrizar y aceptar que es una práctica con la que definitivamente se van a encontrar. La mejor forma de reducir daños es informando y educando, para que los chicos cuenten con herramientas competentes cuando llegue el momento. ¿Puede incomodar a profesores, escuelas o padres de familia? Honestamente, no podría importarme menos.
Mi trabajo como sexólogo implica, en cuanto al chemsex, salvar vidas. Prefiero incomodar a millones de padres de familia si a cambio puedo lograr que un puñado de chicos HSH tome decisiones informadas sobre el consumo de drogas potencialmente mortales y altamente adictivas. Es por eso que creo que debemos poner firmemente sobre la mesa el hecho de que el chemsex mata. Son nuestros chicos, y esa mirada tímida ante la incomodidad no debería ser un factor a considerar bajo ninguna circunstancia.
Lo mismo ocurre con otros proyectos de prevención, ya sea relacionados con el ocio o enfocados directamente en el alto índice de recaídas que se experimentan en los meses de verano en Madrid. Estos planes han sido pospuestos de manera indefinida, cuando considero esencial que la creación y aplicación de protocolos sea inmediata.
De nuevo: cuando hablamos de salud sexual para el colectivo LGBTIQ+, hay muchos temas relevantes en los que trabajar, pero, repito, cuando se trata del chemsex, estamos hablando de salvar vidas. No me queda claro cómo esto no es ya una urgencia.
Llamada a la acción
Obvio que este “artículo” nació del hígado, y creo que renegar es bastante rico, pero también tiene un punto productivo. Esta renegada no es gratis, sino que tiene un objetivo. Estoy buscando otros profesionales que trabajen en chemsex para construir y “parir” programas ad hoc para el perfil de los chicos en situación de consumo y/o en vías de rehabilitación.
Aunque voy a seguir empujando por mi cuenta, cualquier ayuda será súper bienvenida.
No nos durmamos en plena emergencia; despertarnos y mover un poco el culo puede ayudar a muchas personas e incluso salvar vidas.